Siempre recordaré aquella mañana en la que sin saberlo, cambiaría el curso de mi vida. Me sorprende la rutina cuando decide desaparecer una temporada para dejar que sea el azar el que controle el tiempo. Yo era un crío, inexperto, apenas sabía nada de la vida, ni siquiera sabía nada de ninguna de las cosas que quería aprender. Siempre he sido aprendiz de todo y maestro de nada, y aún a día de hoy sigo siéndolo.
Siempre recordaré cómo dedicaba mi vida a pulsar una serie de botones, cómo me bastaba con cosas tan mínimas para ser feliz. Cómo pasaba las horas con mis amigos riendo, jugando, eructando, bañándome en la piscina con la faceta inocente que por entonces conocía de la vida.
Me pregunto cuánto habré cambiado y si es suficiente. Espero que estos recuerdos me hagan ser mejor persona, porque en un segundo el presente es pasado y la vivencia se convierte en recuerdo. Y es mejor que el pasado sea algo agradable.
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