Hay tantas y tantas historias que podrían haber contado de nosotros. Me hubiera gustado contarle al mundo cómo nos conocimos, cómo crecimos como personas a través de nuestra compañía. Cómo nos gustaba asustarnos viendo películas de miedo.
Me hubiera gustado contar nuestras anécdotas. Cómo fingía asustarme de cualquier cosa por hacerte sonreír. O tirarme hasta altas horas de la mañana, fingiendo que no te quería, fingiendo que eras una amiga tan sólo por sacarte de tu infierno. Contándote mis aventuras y desventuras... haciendo sufrir a tus vecinos con tus carcajadas...
Pero ¡qué facilmente lo has olvidado!
Es cuanto menos irónico... Estuve dispuesto a olvidar mi infierno por llevarte al cielo y llegaste tú y me devolviste a su fuego de la forma más cruel...
Me siento como un adolescente frustrado... Me encantaba cuando abrías la veda y cazaba tus besos como podía. Cuando te abrazaba y el aire y el mundo olía a tí... sonaba como tú... eras tú...
Cuando me mirabas y cambiábamos de polaridad... Unas veces positiva... otras veces negativa... pero siempre me atraías. Éramos pura física...
Pero claro... eso tú lo has olvidado ya.