lunes, 26 de diciembre de 2011

Como las hojas de un árbol

Como las hojas de un árbol, así es mi vida.

Me levanto en la copa del más alto de los árboles, con el verdor del césped húmedo de la primavera. Y es en la primavera donde empieza mi día.

Pongo los pies en el suelo y, como siempre, pienso: "Hoy va a ser un gran día". Optimismo, así lo llaman.

Me miro en el espejo y sonrío, y me sale una mueca burlona. Ni yo me lo trago, pero me esfuerzo. Aprieto los puños, echo los hombros atrás y respiro mirando a los ojos a mi reflejo. Me echo agua en la cara, como si el agua pudiera arrastrar y llevarse lo que tengo en mi cabeza. De entre todas las palabras que se cruzan en el río de mis ideas pesco un "Buenos días" y me desperezo.

Sin ponerme las gafas desayuno mirando al infinito mientras la niebla mañanera de quien ha dormido poco no me deja ver bien qué demonios estoy pensando.

Y llega el verano, el descontrol, y en mi costillar resuenan tambores de guerra. Me siento delante de mi pantalla y busco cualquier rastro de tí, pero aún no te has despertado. Normal... Al menos Morfeo te da una dulce tregua.

Quiero escribir, pero no me salen las palabras... Y entonces aparece mi mente serena, la que siempre llega cuando más perdido estoy y me dice:

"¿Te doy un consejo? Camina.
Camina como Lázaro por las calles, con la melodía que tengas en tus auriculares o bien escuchando el sonido que hace la gente al caminar y los ruidos sinfónicos de la urbe.
Camina mirando al frente porque andar hacia atrás no sólo es complicado de por sí, sino que puedes estrellarte con algo que antes viste cuando te lo cruzabas pero que ahora no ves. Y es estúpido golpearte con algo que ya has conseguido esquivar.
Camina sin rumbo, tan sólo con la idea de ir a donde tus pies te digan porque de eso se trata, ya has estado donde tu cabeza ha querido, donde tu corazón ha querido y ahora le toca el turno a tus pies.
Camina por la acera, por la carretera, por el campo, por un camino pedregoso porque de todo te vas a encontrar en este camino y no va a ser tu cabeza sino tus pies quien te lleve ahí. Cuanto antes se acostumbren a cambiar de camino antes te acostumbrarás tú a hacer lo mismo."
Y camino... camino procurando hacer caso omiso de mis ideas y pensar en los acordes que entran por mis oídos y en los rasgueos de una guitarra. Tarea inútil. Soy tan débil...

Entro a mi cuarto con una sonrisa y me conecto buscando sonrisas y encuentro otros poetas, otras rimas, otros versos, otras locuras y entro en el otoño...

Desaparece mi clorofila en suspiros, el bálsamo de risa y optimismo que me recubre.

De repente desearía odiarte. Y de repente te quiero. Y en un vaivén sinusoidal me encuentro. Mi cabeza y mi corazón no quieren saber nada el uno del otro y en la mitad de la contienda estoy yo, buscando la cordura en el reflejo de un loco. Y en el clímax de semejante desbarajuste me caigo de la copa, de la estabilidad del tronco que me sujetaba, y bailo con el viento dando vueltas, a veces arriba... otras veces abajo.

Y llega la noche, y con ella el invierno, el frío y la tormenta. Poco a poco el árbol en el que habitaba pierde su vida y su verdor. Y es entonces, cuando la poesía arrastra a mi hoja hasta su final en la tierra, las palabras se ordenan y puedo escribir. Está claro que cuando muere mi sonrisa, nace una triste melodía lírica en mi ser.

Cuando me entrego a Morfeo caigo al suelo como una hoja seca, con una poesía escrita y tan sólo hay un pensamiento que me permite cerrar los ojos...

Mañana habrá una primavera.


lunes, 29 de agosto de 2011

12 hombres sin piedad

Normalmente no suelo escribir un espacio acerca de una película pero hoy pienso saltarme el protocolo. Hoy he visto "12 hombres sin piedad" una película que llegó a España en 1958 y un must-view para los buenos cinéfilos.

La película está basada en una obra de teatro.

El argumento puede parecer simple: Un hombre es acusado por asesinar a su padre y corresponde a un jurado formado por 12 hombres el deber de decidir si mandarlo a la silla eléctrico o dejarlo en libertad. La película muestra cómo los prejuicios y a veces el deseo de encajar afectan a las decisiones humanas y cómo la verdad siempre prevalece ya que no es tan fácil jugar con la vida de un hombre.

Entre los grandísimos actores que aparecen en escena, es el famosísimo Henry Fonda el que más destaca, siendo el desencadenante de un profundo debate entre el sentido común y la verdad y lo que se puede pensar de una persona sin conocerla.

Recomiendo muy mucho que se vea.

jueves, 25 de agosto de 2011

Hoy te vi.

Hoy te vi, y todo había cambiado...

Recuerdo con nostalgia cómo al pasar a tu lado sentía como si una docena de caballos trotara por mi costillar. También cómo me esforzaba por andar indiferente, con la cabeza en alto, para que no vieras cómo por dentro me hervía la sangre viéndote sin verte. No sabes lo difícil que es controlar tus pies en esas situaciones.

Sí, los recuerdos son como las hojas que, al llegar el otoño, pierden todo su color y se convierten en cobrizos vestigios de lo que una vez fueron y nunca volverán a ser. Tú has perdido todo tu verdor y lo único que queda de ti está en mis raíces.

Hoy te vi, y todo había cambiado...

No hay impulsos ni temblores, hasta mi corazón respetaba el límite de velocidad, será que me he acostumbrado a tu ausencia y quizás la sienta hasta placentera.
Sin embargo voy a permitirme el lujo de pedirte que te vayas, que te alejes tú y tu endemoniada hermosura de maniquí y que no vuelvas siquiera por donde aún queden mis huellas.

Tanto me ha costado olvidarte, tanto me ha costado andar con rencor y palabras no dichas en la mochila que si tengo clara una cosa es que no quiero volver a hacerlo.